viernes, 28 de diciembre de 2012

Destruyendo el rol en vivo - I: Yo he venido aquí a hacer mi película


Salgo, queridísimos hijos, de éste encierro al que me tienen sometido en la invención impía a la que llaman «blog» para impartiros canónica doctrina en éstos tiempos de incertidumbre. Sé, pues el Señor guía mis pasos en la senda de la caridad, que aunque de entre vuestras filas hay quienes, errados, practican el hábito nefando de quienes se dicen «masteres» y «masteresas», grande es el número de los que lo hacen sin conciencia plena del servicio que prestan al Maligno, fomentando el vicio y la adoración de falsos becerros que alejan al hombre y a la frágil mujer de la senda del bien, con peligro patente para su vida mundana y su alma inmortal.

Es sabido que el Altísimo escribe recto con renglones torcidos. Cuento, pues, con llamar a vuestra conciencia y volver vuestras armas contra el Gran Enemigo. Os insto, desde la autoridad del alto ministerio que ejerzo, a reflexionar sobre vuestro pecado y ganar la salvación volviendoos, en ésta guerra interminable, agentes al servicio de la verdadera Luz del Universo. Os convoco, en Santa Cruzada, para destruír el llamado «Roleo vivo» y para hacerlo desde el corazón de sus filas, extendiendo el desánimo y el rencor entre los practicantes de tan innoble abominación.

A éste santo propósito, y no otro, estarán destinadas mis humildes palabras. Consciente como soy de la flaqueza mental y moral de sus destinatarios trataré, desde ahora, de adaptarlas al habla del vulgo, para que así su enseñanza llegue a los recónditos rincones a los que hasta ahora la luz no alcanza.

I. Planificación:

No habiendo mal alguno en ganar disfrute del servicio del Bien, es lícito plantear tus partidas de modo que, al tiempo que decepcionen a tus jugadores, te proporcionen un placer personal en su ejecución. ¿Quién de entre vosotros no ha querido alguna vez ser un Spielberg, un JJ. Abrahams o un Santiago Segura? El presupuesto, el vil metal, suele interponerse en éste lógico anhelo. Dirigir un rol en vivo es, en cambio, mucho más asequible, por cuanto los propios jugadores financiarán las localizaciones, los cáterings y los inexistentes honorarios de actores y atrezzistas. Recuerda éste «mantra» y repítelo como el «Omhe paddma Oh» de los budistas, con mi absolución previa por emplear un arte de los idólatras seguidores del autista panzudo:

«Yo he venido aquí a hacer mi película».

Recuerda: es TU película. Ni «inmersión», ni «narración», ni «interpretación», ni gaitas en vinagre. Olvida las abstrusas monsergas de luteranos Noruegos. Es tu película y te la f... (líbranos señor de pensamientos impuros). Bueno: ya me entendeis. Repetid:

«Yo he venido aquí a hacer MI película».
«Yo he venido aquí a hacer MI película».
«Omhe paddma Oh».

II. Los actores

Toda película tiene unos PROTAGONISTAS claros. Huye de las tramas corales y el cine experimental y atente a lo conocido: el prota; la chica; el malo. Todo lo demás distrae al espectador y no aporta más que quebraderos de cabeza a los organizadores.

Elige a tus amigos para éste fín: les dirigirás con confianza y sin explicaciones.

Y lo que es mejor: cuando monten sus propios vivos, ellos te devolverán setenta veces siete lo que les hayas dado.

III. Las escenas

Recuerda: en el séptimo arte nada se improvisa. Ten siempre las escenas principales bien prefabricadas y haz que aparezcan, sí o sí, tal y como estaban diseñadas; sin interferencias de los «jugadores».

Son lo más importante: tenlo presente.


IV. Los figurantes

Todo el que no sea un protagonista, es un figurante. Puedes inventar algún jueguecillo (tipo gymcana) para tenerlos entretenidos; pero evita que aparezcan en primer plano o chupando cámara a los actores principales. En último extremo, arrincónales en un lugar apartado y, si se empeñan en intervenir, encierrales en un armario. Promiscuos como son en su naturaleza, lo pasarán bien.

V. El director

Vé a donde está la acción; olvida el resto. Los figurantes no necesitan al director, pero nunca hay suficiente ayuda para la ESCENA. En caso de duda, recuerda los apartados II y III.

VI. El guionista

Esto es cine ¿a quién le importa el guionista?

VII. Las escenas de acción

Incluye escenas de acción aunque no vengan a cuento. Recuerda: tienes mónstering grátis. Aprovéchalo.

Así, además, interrumpirás a los figurantes que aún se empeñen en desarrollar sus propias ideas. El mónstering es el cortatramas idoneo para el inevitable espacio entre ESCENA y ESCENA. Úsalo así.

VIII. El «Gran Monstruo Finál»

En toda serie B, en todo videojuego: siempre lo hay. Gastate en él todo el presupuesto y el tiempo de desarrollo.

¿Previsible? ¿poco imaginativo? Recuerda: «¿a quién le importa el guionista?».

IX. La crítica

Desagradecidos, muchos de tus figurantes habrían querido ser estrellas. Si tras la partida no saben apreciar tu arte, recuerda las dos frases infalibles que desmontarán su egoísta orgullo:

- «Tú no sabes jugar».
- «Haber hecho otra cosa».

El remordimiento no tiene lugar en el arte. Y tú has ido ahí a hacer tu película.

«Omhe paddma Oh».
«Omhe paddma Oh».
«Omhe paddma Oh».

Hacedlo así, y obraréis grande bien.

Nota importante: las ilustraciones que acompañan ésta cosa son obra de Marcos Hidalgo -quien será próximamente entrevistado como «chico de diciembre» en éste mismo blog- y han sido elegidas por su calidad artística y su valor cinematográfico. No pretenden, en ningún caso, señalar a los ReVs en los que están basadas (pobrecicos míos) como culpables de las tácticas reseñadas en el cuerpo del artículo.